Cultura

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MUPA, La artesanía del palmito valenciano

La tradición del abanico valenciano -como complemento de vestir, para refrescarse o bien como obra de arte- se remonta a más de cinco siglos. Las historiadoras Elisa Amorós y Ruth de la Puerta Escribano destacan la importancia económica de este sector artesanal a la ciudad de Valencia y su comarca. Durante el siglo XVIII Valencia se consolida como el principal centro productor español, destacando a nivel europeo por la calidad de sus palmitos. En el siglo XVIII nace en Valencia el Gremio de Maestros Artesanos Abaniqueros y en 1802 ya existe en la ciudad una Real Fábrica de Abanico.

Probablemente debido a esta coyuntura, dos franceses se establecieron en Valencia con objeto de hacerse con el mercado español, importando piezas que después se montaban en España. Se trata de Simonet, que llega a Valencia en 1825, y Fernando Coustelier. A raíz de la llegada del primero, varios artesanos valencianos de abanicos tienen que acudir a Fernando VII para que prohiba la importación de palmitos franceses. No será la única queja de los abaniqueros valencianos. De hecho, en 1842 los abaniqueros de Valencia pidieron a la Diputación Provincial que elevara demanda ante la Corona para que ésta suprimiera el Decreto de 27 de octubre del mismo año el cual eliminaba trabas a la importación de abanicos franceses.

abanicos, ventall, palmito
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La consolidación del Gremio de Maestros Abaniqueros de Valencia constata la pujanza de esta artesanía en tierras valencianas. La industria abaniquera valenciana consiguió su mayor desarrollo a finales del siglo XIX y principios del XX. El gran artífice del siglo XIX fue José Colomina, industrial alicantino que revolucionará la producción de abanicos.

El Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia aporta información sobre este antiguo oficio. El año 1861 la provincia de Valencia contaba con 84 talleres y fábricas de abanicos. En este periodo sobresalen los artesanos de Valencia José Colomina (Casa Colomina), Vicente Alejandro Llorca (Casa Llorca), Salvador Barber Giner (Casa Barber) y José María Prior Sanchis (Casa Prior), en las fábricas de los cuales se formaron aprendices procedentes de Aldaia que con el tiempo llegarán fundar sus propios talleres.

Valencia fue el principal centro productor y de comercialización del abanico, aunque se abastecía en parte de varillajes y telas realizados en las poblaciones de l’Horta. Con el paso del tiempo perderá la hegemonía en la producción de abanicos y esta se desplazará y concentrará en algunos municipios de la comarca, siendo Aldaia la localidad que contará con el número más grande de talleres, por lo cual está considerada la cuna valenciana del abanico actual.

abanicos, ventall, palmito
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Origen

El origen de la artesanía del abanico en Aldaia data del siglo XIX, según Josep Ramon Sanchis Alfonso, historiador y Cronista Oficial de Aldaia. Este historiador, basándose en los padrones de habitantes de Aldaia de los años 1857 y 1860, ha podido constatar que a mediados del XIX Aldaia contaba al menos con 18 artesanos abaniqueros, iniciando sagas familiares dedicadas a esta actividad. De ellos descienden un buen número de artesanos actuales.

Durante el siglo XIX se fundaron algunas importantes empresas de abanicos que continuan su actividad en la actualidad. Abanicos Andrés Pascual es una de las más antiguas del sector, lleva ejerciendo su trabajo en Aldaia desde 1880, transmitiendo de padres a hijos el arte del abanico. En esta época se crea también Abanicos Aparici, empresa fundada en 1888 por Vicente Aparisi Sempere en la ciudad de Valencia y ubicada finalmente en Aldaia.

A lo largo del siglo XX Aldaia desplazará a Valencia en la fabricación de abanicos. A principios de esta centuria ya funcionaba en Aldaia la asociación de abaniqueros denominada «Los Doce Apóstoles», entre los cuales figuraban Antonio Sanchis Folgado y los hermanos Salvador y Pascual Tárrega, los descendentes de los cuales continuarán la tradición abaniquera.

Los primeros abaniqueros de Aldaia

Años 1857 i 1860

José Andreu Mateu, José Andrés Taverner, Francisco Andrés Taverner, Miguel Andrés Taverner, Sebastián Andrés Sanchis, Blas Andrés Sanchis, Carmelo Andrés Sanchis, Vicente Ferrandis Martínez, Casildo Vicente Ferrandis Martínez, Francisco Folgado Bonet, Manuel Martínez Sanchis, Francisco Navarro Luján, Domingo Peris Baviera, Antonio Ribes Sanchis, Vicente Ribes Sanchis, Ramón Ribes Sanchis, Ramón Royo Sanchis, Joaquín Sanchis Folgado.

Fuente: Josep Ramon Sanchis (Aldaia Festa 2010).

Crecimiento en el siglo XX

En las tres primeras décadas del siglo XX la artesanía del palmito crece y se consolida en Aldaia. Antes de 1936 existían en el pueblo 25 talleres, cifra que se estanca durante la Guerra Civil. Pasada la posguerra, el sector experimenta un crecimiento sostenido, sobre todo durante el proceso de industrialización de los años cincuenta, sesenta y setenta. De hecho, en el año 1957 Aldaia contaba ya con 37 empresas de artesanos con licencia industrial dedicadas a la elaboración del abanico. Y en 1966 serán 38 empresas, entre las cuales encontramos 21 fabricantes de varillajes, 12 montadores y cuatro pintores de abanicos.

Los establecimientos de abanicos crecieron en consonancia con otras industrias especializadas en el trabajo de la madera y el resto de materias que permitían hacer varillajes, así como teladores, pintores y varios especialistas en la creación del abanico. Durante la primera mitad del siglo XX la producción abaniquera se asienta definitivamente en varias localidades de l’Horta como Aldaia, Burjassot, Godella, Alaquàs, Mislata y Xirivella. Pero entre todas destaca Aldaia cómo principal centro productor, principalmente en la elaboración del varillaje del abanico, mientras que Godella concentrará el número más grande de pintores.

A finales del XIX y durante todo el siglo XX nacen en Aldaia buena parte de las empresas que perviven en la actualidad. Una de las más antiguas es Abanicos Blay Villa, que ya va por la cuarta generación de maestros abaniqueros. La familia de artesanos Blay Villa, expertos en restauración de abanicos antiguos de todas las épocas y materiales, trabaja sobre todo el nácar, la nacrada, el hueso y las maderas nobles, consiguiendo productos de gran calidad. Esta empresa, el propietario actual de la cual es Ángel Blay Villa, trabaja para numerosos anticuarios, coleccionistas y museos nacionales e internacionales. Actualmente es el único fabricante de abanicos de nácar. Destaca también por su cuidada colección de abanicos antiguos de diferentes países, algunos de los cuales han sido cedidos al Museu del Palmito d’ Aldaia.

Los años que precedieron la Guerra Civil vieron nacer a algunas empresas de abanicos en Aldaia que continúan actualmente su actividad. En la década de 1920 empezó su camino Abanicos García y en 1933 surge Abanicos Taberner. Así mismo, los orígenes de Abanicos Guzmán se remontan a los años treinta. En esa época Manuel Guzmán Folgado se dedicaba a la artesanía de talla con madera para muebles, que compartía con la elaboración de palmitos. Posteriormente con sus hijos se dedicó totalmente al palmito, creando la empresa Abanicos Guzmán hasta los años noventa, momento en que Manuel Guzmán Fuster es designado gerente de la empresa pasando a ser Abanicos Artesanos Guzmán.

La mayor parte de las empresas de palmitos de Aldaia han sido gestionadas por sagas familiares o bien han surgido artesanos independizados otros talleres. Esto ha sido el factor común. Sobre estas empresas, presentes en los mercados nacional e internacional, gravitaba una red de artesanos expertos en todos los procesos necesarios para la elaboración del abanico: varillador, caladero, grabador, teladora, pintor, polidor, fondista, barnizador, adornador, montador y rematador.

A partir de los años cuarenta el sector abaniquero valenciano experimenta una recuperación y crecimiento que se prolongará hasta la década de los ochenta, con talleres principalmente ubicados en Aldaia. Es en ese periodo cuando se fundan la mayoría de las empresas de Aldaia que se sostienen en la actualidad. En 1966 Aldaia contaba con 36 empresas y en 1979 tenía 40.

En 1942 nace Abanicos José Blay, uno de los líderes en la fabricación y exportación de abanicos artesanos que disfruta de una fuerte presencia en el mercado nacional e internacional. Y poco después, en 1946, surge Abanicos Folgado Romeu, empresa fundada por Fernando Folgado Ferrandis en el barrio de la Brillantina y especializada en la fabricación del varillajes y vainica de abanicos. Y en 1964 aparece Abanicos Burriel, empresa familiar creada por Salvador Burriel Sayas, que confecciona abanicos de gran calidad con varillajes exclusivos elaborados con maderas nobles, hueso o nacrada, y con randes y pinturas que siguen la tradición artesana. Dicha empresa la gestionan actualmente los hijos del fundador, Xavier y Daniel Burriel.

Durante los años ochenta y noventa irán surgiendo nuevas empresas de abanicos fruto de la renovación generacional de antiguas familias de artesanos. Tal es el caso de Carolina Ferrandis, los antecesores de la cual fueron Abanicos Magda, Abanicos Amparo Navarro y Antiguo Taller de los Borrulls. O el ejemplo de Abanicos Roser, empresa fundada en 1991 por Rosario Vidal Martínez, sobrina bisnieta del maestro palmiter Salvador Tárrega, miembro de los «Doce Apóstoles» el cual fue también propietario de un taller de palmitos a principios del siglo XX. Otro continuador de la tradición familiar palmitera es Abanicos Manel Rochina Tárrega, el cual representa la tercera generación de artesanos de su familia. Rochina es nieto de Salomón Tárrega Folgado, fundador en 1927 de un taller de palmitos junto con Pelegrín Bondia y Pascual Tárrega. Salomón Tárrega fue el introductor del pintado del fondo del abanico con pistola aerogràfica. El oficio de abaniquero lo continuaron el padre de Rochina, Manuel Rochina Cánoves, y su tío, el pintor Salomón Tárrega Almiñana.

Empresas de abanicos de Aldaia. Año 1957

Talleres de varillaje de abanicos

José María Carcelén Andrés, Emilio Ferrandis Martínez, Francisco Folgado Cánovas, Fernando Folgado Ferrandis, Miguel Folgado Folgado, Antonio García Portalés, Miguel Martí Montalt, Miguel Martínez Pérez, Vicente Martínez Sanchis, Salvador Mas Paredes, José Mateu Andrés, Manuel Navarro Andrés, Salvador Navarro Roig, Francisco Navarro Royo, Francisco Paz Puentes, Miguel Pelufo Saurí, Francisco Peris Martínez, Clemente Soriano Casinos, Sacramento Soriano Topete, Francisco Taberner Camp, Montadors de palmitos, Carmen Blasco Górriz, Emilio Blay Jacinto, Benjamín Folgado Martínez, Federico Navarro Ortega, Ramón Navarro Hoyo, Manuel Taberner Ferrandis, Joaquín Barberá Martí, Vicente Catalá Navarro, Pascual Ferrís Ferrís, Jesús Ferrís Navarro, Salvador Gadea Paredes, Joaquín Gironés Guzmán.

Pintores de abanicos

Salomón Tárrega Folgado, Pascual Tárrega Esteve, Peregrín Bondía Hernández, José Blay Jacinto.

Fuente: “Matrícula industrial y de automóviles de 1957”. Archivo Municipal de Aldaia.

Empresas de abanicos de Aldaia. Año 1979

Fábricas de abanicos

José María Alcácer Andreu, Sigfrido Andrés Galindo, Emilio Blay Jacinto, Salvador Burriel Sayas, Manuel Cánoves Folgado, Casimiro Ferrer Folch, Natalia Ferrer Villanueva, Pascual Ferrís Navarro, Fernando Folgado Ferrandis, Miguel Folgado Folgado, Benjamín Folgado Martínez, José Folgado Sanchis, José Folgado Taberner, Miguel Gadea Paredes, Antonio García Portolés, Ernesto Guzmán Carpintero, Miguel Martínez Pérez, Celso Hoyo Cejalvo, Vicente Martínez Sanchis, Manuel Navarro Andrés, Ramón Navarro Camp, Federico Navarro Ortega, Ramón Navarro Hoyo, Carmen Ortega Simón, Encarnación Pascual Rives, Francisco Paz Fuentes, Miguel Pelufo Saurí, Francisco Peris Martínez, Miguel Ruiz Folgado, Alberto Sanchis Galindo, Cayetana Soriano Cervera, Sacramento Soriano Topete, Francisco Sorlí Montesinos, Baldomero Taberner Ferrandis, VicenteTaberner Prósper, Manuel Taberner Taberner.

Pintores de abanicos

Salomón Tárrega Folgado, Julián Martínez Torres, José Blay Jacinto, Vicente Benlloch Mas.

Fuente: “Impuesto industrial. Matrícula de licencia fiscal de 1966”. Archivo Municipal de Aldaia

Trabajo de centenares de artesanos y artesanas

Es necesario señalar que el sector del abanico se ha podido mantener hasta el momento presente gracias al trabajo de centenares de artesanos y artesanas de empresas ya desaparecidas, la citación de los cuales requeriría de un estudio más profundo, pero que sin duda han contribuido a mantener la rica tradición del abanico de Aldaia. Tejedoras como Pepita Alcàsser y Teresa García. Pintores como Domingo Calvo, Salomón Tárrega Folgado, Julián Martínez Torres, José Blay Jacinto, José Guinart, José Manuel Yusa Blay, Vicente Benlloch Mas, Salomón Tárrega Almiñana, Adrià Hernández, Francisco Zamorano y Agustín Rubio. Caladeros como Antonio López, Gerardo Vacas Baños y José Francisco Cervera. Varilladores como los hermanos Miguel y Antonio Folgado. Todos ellos, y otros muchos más, han hecho posible que el abanico de Aldaia sea un producto de gran calidad artística y una de las artesanías valencianas más representativas.

Durante las dos últimas décadas del siglo XX y primera del XXI el sector abaniquero de Aldaia ha experimentado un cierto retroceso a consecuencia de la competencia del abanico asiático, fabricado a muy bajo coste, que ha invadido el mercado europeo, generando una gran crisis de calidad ajena a los artesanos abaniqueros pero que perjudica seriamente el ramo. En el año 2000 Aldaia contaba con 33 empresas del abanico activas, cifra que disminuyó a 26 en 2013.

Marca de calidad AEA

Para hacer frente a la competencia exterior, poder adaptarse a las nuevas tendencias del mercado y reforzar su imagen, las empresas valencianas del abanico empezaron a movilizarse a través de varias iniciativas. La más significativa fue la creación de la marca de calidad «Abanicos Artesanos Españoles» (AEA). El distintivo AEA, que garantiza un producto elaborado de forma totalmente artesanal, fue presentado precisamente al Ayuntamiento de Aldaia el 17 de julio del 2003 por el Gremio de Maestros Artesanos Abaniqueros de Valencia, que tiene una gran vinculación histórica con Aldaia para concentrar este municipio el número más grande de empresas.

Empresas de abanicos de Aldaia. Año 2014

Abanicos Manuel Rochina, Abanicos Andrés Pascual, Abanicos Carolina Ferrandis, Abanicos Artesanos Guzmán, Abanicos Folgado Romeu, Abanicos García, Abanicos Roser, Abanicos Taberner, Abanicos Vifema/El Havanico, Varillajes Enrique García Donate, Abanicos Gil y Blay, Abanicos Redondo López, Abanicos Antonio López, Abanicos María Amparo Peludo Silla, Abanicos Aire Distinto, Abanicos Eve, Abanicos Antonio Pascual, Abanicos Aparici, Abanicos Burriel, Abanicos José Blay, Abanicos Aldaia Internacional, Abanicos San Antonio, Franscima Abanicos Artesanales, Abanicos Malva, Abanicos Blay Villa, Gráficas Simar, Abanicos Julia.

Fuente: Asociació de Palmiters Artesans d’Aldaia.

MUPA museo del palmito

Restauración de la Casa de la Llotgeta

Por otro lado, desde el Ayuntamiento de Aldaia también se han dado pasos importantes para preservar e impulsar el sector del abanico artesano. El proyecto más importante ha sido la adquisición y restauración de la Casa de la Llotgeta, un edificio del siglo XVI situado en la intersección de las calles de Iglesia y Mayor, concebido para albergar el Museu del Palmito d’ Aldaia, el MUPA. La adquisición de la Casa de la Llotgeta y las obras de restauración por el Ayuntamiento han supuesto una inversión de más de 1,5 millones de euros. El edificio restaurado fue inaugurado el 17 de diciembre del 2010.

A partir de 2011 el proyecto del museu del palmito ha recibido un nuevo impulso por parte del Ayuntamiento por medio de la realización de exposiciones monográficas dedicadas al abanico y a la cultura valenciana, así como conferencias, visitas guiadas y talleres escolares de elaboración de abanicos. Las actividades de promoción del abanico han contado con el apoyo y colaboración de la Asociación de Abaniqueros Artesanos de Aldaia, una entidad constituida a principios del 2012 con el propósito de poner en valor el oficio del abanico artesanal y elevar a la categoría de arte las creaciones artísticas que se plasman en los abanicos elaborados en Aldaia.

Así mismo, el Ayuntamiento de Aldaia ha solicitado a la Generalitat el reconocimiento del MUPA como Colección Museogràfica Permanente de la Comunidad Valenciana y su integración en el Sistema Valenciano de Museos. De esta manera, los bienes que integran el MUPA constituyen un legado patrimonial de gran valor, la conservación y enriquecimiento del cual corresponde a todos los valencianos y especialmente a las instituciones y los poderes públicos que los representan.